Hay tantos tipos de rincones… los hay dentro de nuestra mente, dentro de nuestro corazón. Hay rincones en todos los lugares a los que vamos, los ay con encanto, los hay peligrosos, los hay desconocidos, los hay conocidos por muy pocos… Los hay visibles, o escondidos, los hay preciosos y también horribles. La cuestión es que por más que sepamos que hay rincones en todas partes, por más que lo intentemos, jamás los descubrirás todos.
Barcelona, como cualquier ciudad grande, guarda sus mejores postales, sus mejores restaurantes, sus mejores personas, en los rincones más inesperados o más escondidos. Cuando viajas al extranjero te das cuenta de ello, pues te sientas en un lugar agradable a mirar el mar y a gozar de esa sensación de felicidad inmensa que sientes al viajar. Recordarás para siempre ese momento, pero no me cabe duda que en algún lugar de ese mismo sitio hay un rincón mejor. En ocasiones quizás dos, como mucho tres en toda la vida, encontraremos alguno.
Hallaremos EL rincón. Habrá gente que nunca en su vida encontrarán ninguno, ni se acercaran siquiera… pero habrá otros que sí tendrán esa suerte. La fuerza de un rincón único reside en que al principio sientes que has acertado, que esto o aquello es magnífico. Con el paso de los años tu memoria nunca lo borrará, por más cosas que te sucedan, allí seguirá. Con extrañeza te preguntarás ¿Cómo puede ser que haya olvidado el nombre de ese pueblecito italiano que tanto nos gustó? ¿Cómo hemos podido olvidar el nombre de ese restaurante cariño?
En cambio EL rincón es eterno, es genial, es la información más valiosa para nuestro cerebro, aquella que mima con esmero y dedicación y que siempre cuidará la guardia real de las neuronas. Vestidas de riguroso negro, fuertes y musculadas, las mejor entrenadas, resistirán a los últimos envites del ejército alemán comandado por el General Alzheimer, sus batallas en el mar con los ejércitos británicos del Comandante Parkinson. EL rincón es como el último bastión de nuestro cerebro.
Nuestros movimientos, nuestra especie, nuestras acciones buscan esos rincones, buscan culminar un sueño, alcanzar la tranquilidad de haber encontrado el Dorado. Pero se equivoca. Nos equivocamos. La búsqueda del rincón es como la búsqueda de la felicidad, la grandeza y la sensación de al fin encontrar tan buscada felicidad no reside en la felicidad propiamente dicha, sino en el loco, travieso y enigmático camino que recorremos hacia ella.
La brutalidad, el éxtasis total de los rincones, el deseado sueño de encontrarlo reside en el largo camino que recorremos, en el arduo amor que entregamos durante la travesía, en todas y cada una de nuestras decisiones tomadas. Visto así, solo puedo desearte una cosa; ¡Qué tengas un buen camino!
albert