El día de hoy es igual al de ayer… la noche ha sido lluviosa, de madrugada la lluvia ha amainado y ahora de nuevo, sobre las once de la mañana, cae suave y desenfadada, triste pero ordenada.
El cielo apenas se intuye, una niebla poco densa nos envuelve y a pesar de poder ver con claridad los edificios inamovibles de Sabadell desde mi ventana, la ciudad parece moverse con lentitud, como si emigrara en busca de cobijo. No hay luz; el sol se ahoga entre tanta nube, nosotros entre tanta agua.
Decido, como hecho excepcional, levantar la persiana y la cortina y volver a la cama. Desde ella veo mi ciudad como nunca la había visto; se convierte lentamente en una masa gris, lluviosa… encuentro algo en el cenicero que decido reciclar y dejo mi mirada recorrer el paisaje desigual que se teje a partir de mi ventana…
Sin duda me he quedado dormido de nuevo.
Un suave ruido de fondo me anuncia que no estoy solo, parece un aspirador… serán los de la limpieza del hotel. A mi lado siento respirar profundamente, ella sigue dormida… es como una pantera dormitando sobre el árbol, su melena negra cae despeinada por su espalda, su pierna izquierda asoma entre las sábanas y sus tatuajes parecen jugar al escondite; ahora se ven, ahora no se ven.
Amsterdam Amsterdam… ciudad limpia y modélica, ambiciosa y cosmopolita. En medio de la cama encuentro un cenicero. Sigo el rastro y hallo colillas y ceniza; nada que pueda encender de nuevo. De repente me viene la ultima imagen de la noche; la pantera gimiendo bajo las garras de su macho. Apenas me muevo, no quiero que se despierte ¿Querrías tu despertar una pantera listillo? Miro por la ventana y veo una ciudad desigual dormitando bajo la lluvia, moviéndose a cámara lenta bajo dos ruedas de bicicleta. El encanto del silencio navega por la habitación, baila sobre la cama, me mira y se lanza para abrazarme… tras el abrazo siento que la oscuridad me envuelve.
Debo haberme quedado dormido. Sigue igual; lloviendo. Me levanto de la cama y me acerco a mi ventana. Noto la ciudad algo extraña, como si no fuera ella… tengo una sensación como si Sabadell tuviera algo de Amsterdam… no lo entiendo…
¿Por qué será?
dimecres, 23 de desembre del 2009
divendres, 30 d’octubre del 2009
SinSentido
http://www.youtube.com/watch?v=g43Ozj5zmVc
Ay cuerpo
Cuerpesito mío
Que caña te metío
En estos años
Que llevo
De camino perdío
Atrás quedamos, polvo somos y en cierta forma nunca estuvimos aquí.
La libertad no existió; solo tuvimos un campo de minas. Lo vivimos al límite; cada minuto una sensación, cada día una nueva aventura, cada viaje como el último y cada beso como el primero.
Pasos agigantados, alocados, sin sentido. En busca del Dorado siempre; a pecho descubierto y dispuesto a morir por un instante de poder tomar una decisión y sentir que somos dueños de nuestra vida.
El cuerpesito… el envoltorio que todo lo sufre… pero que todo lo aguanta. No sabéis cuánto he visto llevarlo al extremo.
Pero atrás solo quedan desiertos ¿Dónde estabas? El humo ennegrecido no me deja ver los recuerdos ¿Qué hay tras nuestro cuando nos atrevemos a pararnos y mirar atrás? Solo llanura, viento siseante y un sol que abrasa.
Y te vas, me voy yo; nos vamos todos. Y no quedará nada tras nuestros pasos.
Llanura, viento y un sol que abrasa. Pero habrá valido la pena.
http://www.youtube.com/watch?v=g43Ozj5zmVc
Ay cuerpo
Cuerpesito mío
Que caña te metío
En estos años
Que llevo
De camino perdío
Atrás quedamos, polvo somos y en cierta forma nunca estuvimos aquí.
La libertad no existió; solo tuvimos un campo de minas. Lo vivimos al límite; cada minuto una sensación, cada día una nueva aventura, cada viaje como el último y cada beso como el primero.
Pasos agigantados, alocados, sin sentido. En busca del Dorado siempre; a pecho descubierto y dispuesto a morir por un instante de poder tomar una decisión y sentir que somos dueños de nuestra vida.
El cuerpesito… el envoltorio que todo lo sufre… pero que todo lo aguanta. No sabéis cuánto he visto llevarlo al extremo.
Pero atrás solo quedan desiertos ¿Dónde estabas? El humo ennegrecido no me deja ver los recuerdos ¿Qué hay tras nuestro cuando nos atrevemos a pararnos y mirar atrás? Solo llanura, viento siseante y un sol que abrasa.
Y te vas, me voy yo; nos vamos todos. Y no quedará nada tras nuestros pasos.
Llanura, viento y un sol que abrasa. Pero habrá valido la pena.
dijous, 8 d’octubre del 2009
Motivaciones Viajeras
No hay más motivo para querer viajar que la sencilla concepción de poder ver mundo, crecer al ritmo que descubres los rincones del planeta en el que vives.
No se trata de llegar tras tu viaje y contarle a todo aquel que te pide la hora que estuviste allí o aquí, lo mucho que ligaste (o más bien pagaste), lo que sufriste y lo Robinson que te has vuelto. No se trata de comprar objetos y máscaras que colgar de las paredes de tu loft minimalista estilo Bauhaus, ni siquiera se trata de subir dos mil fotos en facebook sin restricción de acceso para convertirte de repente en el más popular y clickado.
Se trata del viaje interior que desarrollas, de la riqueza de espíritu que alcanzas. Viajar también trata sobre conocerse a uno mismo ante nuevas situaciones, testar tus capacidades de supervivencia, ver como nos comportamos ante la naturaleza más salvaje o ante la marea urbana de miles de motocicletas que te rodea en el sudeste asiático. La gente habla de peligrosidad de países no desarollados, o incluso no europeos. Hablan de los robos y del desamparo que puedes sentir por parte de las autoridades en un lugar tan lejano. Sinceramente, el único lugar donde me han robado ha sido en Amsterdam... así que Europa no es tan segura.
Los timos, robos, tomaduras de pelo, engaños y mentiras están igual de extendidos allí que como lo están aquí. Disfrázate de guiri; ponte calcetines blancos y chanclas y sal a pasear por Barcelona. Pasea por las ramblas, paga 15€ por una mierda de museo de cera, siéntate en una taverna vasca en la que no trabaja ningún vasco, y pidete ocho pinchos por 20€, pregúntale a un nigeriano por hachís y prepárate a fumar neumático. Olvida tu bolsa en la Plaza Real y siéntate a observar como todo el cotolengo se da de hostias para ayudarte a encontrarlo. No hagamos demagogia; digamos que tanto el despistado, como el ingenuo, como el tonto lo es en casa y fuera de ella.
Trato de ser objetivo cuando afirmo que el alma humana está necesitada de sentimientos, reacciones y experiencias relacionadas con lugares fuera de su habitat natural y social. Todo el mundo recuerda aquella vez especial que con unos amigos subió al Aneto o aquella semana inolvidable en el Caribe con una chica... claro tonto me diréis, lo recuerdas porque son viajes... pero no se trata de eso, porque has olvidado con facilidad la vez que viajaste a Frankfurt dos noches por trabajo, o aquella vez que fuiste a Toledo a ver un cliente... eso también fue un viaje y lo has olvidado... Recuerdas cosas asociadas a un cambio de entorno, a un cambio de abanico, donde tus decisiones se convierten en lanzamientos al aire a cara o cruz. Mierda de sociedad occidental! Han conseguido someter casi todos los instintos más profundamente animales del hombre. Estoy seguro que luchan también por enterrar el sexual, y lo lograrán cuando consigan la fecundación de óvulos artificiales, entonces empezarán con lo malo que es copular, bla, bla...
No se trata de viajar porque sí, sino de pensar un lugar, interesarte, informarte levemente; un breve vistazo de pie en una librería a una guía servirá, descubrir que puede llegar a interesarte y embarcarte en ello, ser valiente y recorrer 15.000 km o sólo 1.000 km. en busca del choque cultural, en busca de la forzosa adaptación a su alimentación, la obligada asunción de sus costumbres. Sobretodo se trata de dejar en casa los miedos... y más que los miedos, las manías.
Si consigues dejar toda tu mierda en casa, no llevar ningún prejuicio en la mochila, te puedo asegurar que, cuando vuelves, entras en tu habitación y allí donde esperabas encontrar toda tu mierda, ya no queda nada. Todas esas tonterías han desaparecido. Te prometo que andaras mucho más liviano, más seguro... más seguro de ti mismo
fabre
Etiquetas:
barcelona,
libertad,
rincón,
rincones,
sensaciones,
viaje interior,
viajes
diumenge, 20 de setembre del 2009
Rincón Mediterráneo
Breve historia de un viaje breve
Domingo 6 de Septiembre
10:00 AM - Me subo a un avión. 25 minutos de vuelo.
Estoy en Menorca. Saludos y abrazos. 15 minutos más y estoy en una rave. Soy el nuevo. 20 minutos más y ando en bicicleta y conociendo a todo el mundo. Es mi cumpleaños. 60 minutos en la isla frenéticos y tormentosamente agradables. 11:00 AM.
Muchos nombres y muchas caras de golpe. Extrañamente las recuerdo con facilidad, me siento a gusto y es como si ya nos conociéramos. Dejavu.
El sol amenaza con desaparecer. Nos vamos. Los tres. Tras 48 horas sin dormir (24 en BCN y 24 en MNK) me doy un baño en el mar de los mejores, sino el mejor, de toda mi vida. Reparador. Sensorial. Me doy un baño CON el mar, no en él.
El sol desaparece finalmente. Nos quedamos a oscuras. Los tres. Todo es tan… a flor de piel. Cae la noche y duermo.
El día pasa entre playa y paella, sol y sal. Me cuidan dos hermanos que se han encontrado por primera vez en la isla. No sabían nada el uno del otro.
Duermo otra vez. Dormimos otra vez. Los tres. ¿Quién sabe cuando volveremos a hacerlo?
Caballos, LSD, Gente, Gritos, Orquesta, Abrazos, Golpes, Caballos, LSD, Jinetes, Llonfas, Sonrisas, Llamadas, Narices, Roce, Caballos, LSD… Caballos.
Abandonamos la ciudad, huimos del astro sol que amenaza con deslumbrarnos.
Bajo una cuevas nos escondemos. Suena techno y seguirá sonando hasta desquiciarnos.
La música se detiene. La Guardia Civil. La música continúa. ¿Ha sido una alucinación? Juraría que los vi.
Tras la tormenta llega la calma. Descanso. Ella se apoya en mí, la pared también. Han pasado 12 horas desde los Caballos. Dios que lejos quedan. ¿Dónde estoy que el tiempo transcurre distinto? ¿Dónde la gente es siempre agradable?
Y solo recuerdo estar sensible, sentir a flor de piel vida entre las piernas. Un balcón. El sol del amanecer entrando, la brisa del mar entrando y yo… yo también entrando.
Las despedidas no son fáciles, nunca lo son, pero nuestra generación está hecha de micro fibra y adsl (muchas emociones y a alta velocidad) y todo es visceral, rápido… vives, profundizas, amas, odias, perdonas, olvidas, vuelves a amar… Y nos vamos. Ya vendrán otros. O ya volverás tú.
00:00 PM Aeropuerto de Menorca. 2 whiskys. Gracias CO por compartirlo conmigo. Cheers. Cierro los ojos y repaso estos 4 días. Siento vértigo.
Jueves 10 de septiembre.
Domingo 6 de Septiembre
10:00 AM - Me subo a un avión. 25 minutos de vuelo.
Estoy en Menorca. Saludos y abrazos. 15 minutos más y estoy en una rave. Soy el nuevo. 20 minutos más y ando en bicicleta y conociendo a todo el mundo. Es mi cumpleaños. 60 minutos en la isla frenéticos y tormentosamente agradables. 11:00 AM.
Muchos nombres y muchas caras de golpe. Extrañamente las recuerdo con facilidad, me siento a gusto y es como si ya nos conociéramos. Dejavu.
El sol amenaza con desaparecer. Nos vamos. Los tres. Tras 48 horas sin dormir (24 en BCN y 24 en MNK) me doy un baño en el mar de los mejores, sino el mejor, de toda mi vida. Reparador. Sensorial. Me doy un baño CON el mar, no en él.
El sol desaparece finalmente. Nos quedamos a oscuras. Los tres. Todo es tan… a flor de piel. Cae la noche y duermo.
El día pasa entre playa y paella, sol y sal. Me cuidan dos hermanos que se han encontrado por primera vez en la isla. No sabían nada el uno del otro.
Duermo otra vez. Dormimos otra vez. Los tres. ¿Quién sabe cuando volveremos a hacerlo?
Caballos, LSD, Gente, Gritos, Orquesta, Abrazos, Golpes, Caballos, LSD, Jinetes, Llonfas, Sonrisas, Llamadas, Narices, Roce, Caballos, LSD… Caballos.
Abandonamos la ciudad, huimos del astro sol que amenaza con deslumbrarnos.
Bajo una cuevas nos escondemos. Suena techno y seguirá sonando hasta desquiciarnos.
La música se detiene. La Guardia Civil. La música continúa. ¿Ha sido una alucinación? Juraría que los vi.
Tras la tormenta llega la calma. Descanso. Ella se apoya en mí, la pared también. Han pasado 12 horas desde los Caballos. Dios que lejos quedan. ¿Dónde estoy que el tiempo transcurre distinto? ¿Dónde la gente es siempre agradable?
Y solo recuerdo estar sensible, sentir a flor de piel vida entre las piernas. Un balcón. El sol del amanecer entrando, la brisa del mar entrando y yo… yo también entrando.
Las despedidas no son fáciles, nunca lo son, pero nuestra generación está hecha de micro fibra y adsl (muchas emociones y a alta velocidad) y todo es visceral, rápido… vives, profundizas, amas, odias, perdonas, olvidas, vuelves a amar… Y nos vamos. Ya vendrán otros. O ya volverás tú.
00:00 PM Aeropuerto de Menorca. 2 whiskys. Gracias CO por compartirlo conmigo. Cheers. Cierro los ojos y repaso estos 4 días. Siento vértigo.
Jueves 10 de septiembre.
Etiquetas:
amistad,
drogas,
experiencias,
generación tek,
mar,
menorca,
sensaciones
dijous, 4 de juny del 2009
Mi primer rincón
El viaje más importante de mi vida, a día de hoy, ha sido Tailandia. Y el rincón más precioso y olvidado en el que jamás estuve fue una playa en la isla de Koh Phan Gan.
Un remanso de paz único, todavía rozando el territorio virgen. El primer lugar de verdad en el que sentí que la vida occidental que llevamos es intrascendente y un rodeo enorme para hallar la felicidad, incluso me atrevería a decir que nuestra sociedad del bienestar nos empuja a la autocomplacencia, al conformismo, a contentarnos con la alegría de un ascenso laboral cuando existe la posibilidad de navegar el río Mekong y viajar en el tiempo a culturas antiguas y muy capaces. Solo nos dan migajas de alegría. La vida son los pequeños detalles; un mojito al atardecer, cenar pescado fresco, tumbarte a leer en el porche del bungalow y dormir hasta la salida del sol. Desperezarte cada mañana con un baño en el mar, mientras todo el mundo todavía duerme, cuando los peces remueven la arena despertando y los más noctámbulos llegan a casa. Empaquetar las cosas y seguir costa arriba en búsqueda de otro lugar inolvidable.
La vida, mi vida, se basa en esos detalles. Entrar en el agua, zambullirte, hacer unas brazadas mar adentro hasta que la arena ya no toque nuestros pies. Darte lentamente la vuelta y contemplar la playa. Bendito espectáculo; Dos montañas se yerguen altivas a cada lado de nuestra visión panorámica, una visión adormecida, seducida por la postal. Infinidad de pinos cubren todos y cada uno de los centímetros existentes de las montañas. Los frondosos abetos se entremezclan con las palmeras que asoman sus largos brazos sobre las aguas turquesas, formando un entrelazado difícil de fronterizar. Tejido verde oscuro y verde claro unidos en un nuevo pantone. Miles de envidias forestales que se habían alargado durante siglos, quedan atrás para reescribir la historia, una historia donde se abrazan y mecen juntos. Y entre tanta verdura, una sinuosa y aristocrática línea de arena, arena sensible a su sentido estético, que comprende, cuál atractiva modelo presumida, que debe estar siempre perfecta y fotogénica. Pequeños detalles marrones, bambúes; acogedores bungalows integrados en el pantone mágico de Koh Phan Gan. Sencillas estructuras levantadas unos 3 metros del suelo por rudimentarios cimientos naturales. Una hamaca en el porche. Dentro una habitación sencilla con cama de matrimonio custodiada por una mosquitera y un lavabo. La mosquitera convierte cada cama en un nido de amor y sexo, cada mujer en objeto de cariño y deseo. La imagen es brutal, ya que parece que la frondosidad de los bosques vaya a desplomarse sobre nosotros, como en una visión en dos dimensiones.
Pasa el tiempo y sigo recordándolo como si fuera hoy. Es la fuerza de un rincón inolvidable. De un paraje que se ganó el recuerdo eterno.
Mis viajes me han demostrado que no hay en todas partes lugares como este. Mi breve experiencia es suficiente para demostrármelo. Mi próximo viaje debe ser entrañable, debe llevarme donde se aúnen la calma y la energía, donde el sol sea el Dios todopoderoso y el tiempo avance lento. Depare lo que depare el futuro, sé que Asia será para siempre mi niña de bonitos ojos. Sé que entre sus playas paradisíacas y sus ciudades sucias y bulliciosas, existirán miles de rincones para la eternidad esperando ser descubiertos.
Un remanso de paz único, todavía rozando el territorio virgen. El primer lugar de verdad en el que sentí que la vida occidental que llevamos es intrascendente y un rodeo enorme para hallar la felicidad, incluso me atrevería a decir que nuestra sociedad del bienestar nos empuja a la autocomplacencia, al conformismo, a contentarnos con la alegría de un ascenso laboral cuando existe la posibilidad de navegar el río Mekong y viajar en el tiempo a culturas antiguas y muy capaces. Solo nos dan migajas de alegría. La vida son los pequeños detalles; un mojito al atardecer, cenar pescado fresco, tumbarte a leer en el porche del bungalow y dormir hasta la salida del sol. Desperezarte cada mañana con un baño en el mar, mientras todo el mundo todavía duerme, cuando los peces remueven la arena despertando y los más noctámbulos llegan a casa. Empaquetar las cosas y seguir costa arriba en búsqueda de otro lugar inolvidable.
La vida, mi vida, se basa en esos detalles. Entrar en el agua, zambullirte, hacer unas brazadas mar adentro hasta que la arena ya no toque nuestros pies. Darte lentamente la vuelta y contemplar la playa. Bendito espectáculo; Dos montañas se yerguen altivas a cada lado de nuestra visión panorámica, una visión adormecida, seducida por la postal. Infinidad de pinos cubren todos y cada uno de los centímetros existentes de las montañas. Los frondosos abetos se entremezclan con las palmeras que asoman sus largos brazos sobre las aguas turquesas, formando un entrelazado difícil de fronterizar. Tejido verde oscuro y verde claro unidos en un nuevo pantone. Miles de envidias forestales que se habían alargado durante siglos, quedan atrás para reescribir la historia, una historia donde se abrazan y mecen juntos. Y entre tanta verdura, una sinuosa y aristocrática línea de arena, arena sensible a su sentido estético, que comprende, cuál atractiva modelo presumida, que debe estar siempre perfecta y fotogénica. Pequeños detalles marrones, bambúes; acogedores bungalows integrados en el pantone mágico de Koh Phan Gan. Sencillas estructuras levantadas unos 3 metros del suelo por rudimentarios cimientos naturales. Una hamaca en el porche. Dentro una habitación sencilla con cama de matrimonio custodiada por una mosquitera y un lavabo. La mosquitera convierte cada cama en un nido de amor y sexo, cada mujer en objeto de cariño y deseo. La imagen es brutal, ya que parece que la frondosidad de los bosques vaya a desplomarse sobre nosotros, como en una visión en dos dimensiones.
Pasa el tiempo y sigo recordándolo como si fuera hoy. Es la fuerza de un rincón inolvidable. De un paraje que se ganó el recuerdo eterno.
Mis viajes me han demostrado que no hay en todas partes lugares como este. Mi breve experiencia es suficiente para demostrármelo. Mi próximo viaje debe ser entrañable, debe llevarme donde se aúnen la calma y la energía, donde el sol sea el Dios todopoderoso y el tiempo avance lento. Depare lo que depare el futuro, sé que Asia será para siempre mi niña de bonitos ojos. Sé que entre sus playas paradisíacas y sus ciudades sucias y bulliciosas, existirán miles de rincones para la eternidad esperando ser descubiertos.
dilluns, 11 de maig del 2009
Inauguración
Hay tantos tipos de rincones… los hay dentro de nuestra mente, dentro de nuestro corazón. Hay rincones en todos los lugares a los que vamos, los ay con encanto, los hay peligrosos, los hay desconocidos, los hay conocidos por muy pocos… Los hay visibles, o escondidos, los hay preciosos y también horribles. La cuestión es que por más que sepamos que hay rincones en todas partes, por más que lo intentemos, jamás los descubrirás todos.
Barcelona, como cualquier ciudad grande, guarda sus mejores postales, sus mejores restaurantes, sus mejores personas, en los rincones más inesperados o más escondidos. Cuando viajas al extranjero te das cuenta de ello, pues te sientas en un lugar agradable a mirar el mar y a gozar de esa sensación de felicidad inmensa que sientes al viajar. Recordarás para siempre ese momento, pero no me cabe duda que en algún lugar de ese mismo sitio hay un rincón mejor. En ocasiones quizás dos, como mucho tres en toda la vida, encontraremos alguno.
Hallaremos EL rincón. Habrá gente que nunca en su vida encontrarán ninguno, ni se acercaran siquiera… pero habrá otros que sí tendrán esa suerte. La fuerza de un rincón único reside en que al principio sientes que has acertado, que esto o aquello es magnífico. Con el paso de los años tu memoria nunca lo borrará, por más cosas que te sucedan, allí seguirá. Con extrañeza te preguntarás ¿Cómo puede ser que haya olvidado el nombre de ese pueblecito italiano que tanto nos gustó? ¿Cómo hemos podido olvidar el nombre de ese restaurante cariño?
En cambio EL rincón es eterno, es genial, es la información más valiosa para nuestro cerebro, aquella que mima con esmero y dedicación y que siempre cuidará la guardia real de las neuronas. Vestidas de riguroso negro, fuertes y musculadas, las mejor entrenadas, resistirán a los últimos envites del ejército alemán comandado por el General Alzheimer, sus batallas en el mar con los ejércitos británicos del Comandante Parkinson. EL rincón es como el último bastión de nuestro cerebro.
Nuestros movimientos, nuestra especie, nuestras acciones buscan esos rincones, buscan culminar un sueño, alcanzar la tranquilidad de haber encontrado el Dorado. Pero se equivoca. Nos equivocamos. La búsqueda del rincón es como la búsqueda de la felicidad, la grandeza y la sensación de al fin encontrar tan buscada felicidad no reside en la felicidad propiamente dicha, sino en el loco, travieso y enigmático camino que recorremos hacia ella.
La brutalidad, el éxtasis total de los rincones, el deseado sueño de encontrarlo reside en el largo camino que recorremos, en el arduo amor que entregamos durante la travesía, en todas y cada una de nuestras decisiones tomadas. Visto así, solo puedo desearte una cosa; ¡Qué tengas un buen camino!
albert
Barcelona, como cualquier ciudad grande, guarda sus mejores postales, sus mejores restaurantes, sus mejores personas, en los rincones más inesperados o más escondidos. Cuando viajas al extranjero te das cuenta de ello, pues te sientas en un lugar agradable a mirar el mar y a gozar de esa sensación de felicidad inmensa que sientes al viajar. Recordarás para siempre ese momento, pero no me cabe duda que en algún lugar de ese mismo sitio hay un rincón mejor. En ocasiones quizás dos, como mucho tres en toda la vida, encontraremos alguno.
Hallaremos EL rincón. Habrá gente que nunca en su vida encontrarán ninguno, ni se acercaran siquiera… pero habrá otros que sí tendrán esa suerte. La fuerza de un rincón único reside en que al principio sientes que has acertado, que esto o aquello es magnífico. Con el paso de los años tu memoria nunca lo borrará, por más cosas que te sucedan, allí seguirá. Con extrañeza te preguntarás ¿Cómo puede ser que haya olvidado el nombre de ese pueblecito italiano que tanto nos gustó? ¿Cómo hemos podido olvidar el nombre de ese restaurante cariño?
En cambio EL rincón es eterno, es genial, es la información más valiosa para nuestro cerebro, aquella que mima con esmero y dedicación y que siempre cuidará la guardia real de las neuronas. Vestidas de riguroso negro, fuertes y musculadas, las mejor entrenadas, resistirán a los últimos envites del ejército alemán comandado por el General Alzheimer, sus batallas en el mar con los ejércitos británicos del Comandante Parkinson. EL rincón es como el último bastión de nuestro cerebro.
Nuestros movimientos, nuestra especie, nuestras acciones buscan esos rincones, buscan culminar un sueño, alcanzar la tranquilidad de haber encontrado el Dorado. Pero se equivoca. Nos equivocamos. La búsqueda del rincón es como la búsqueda de la felicidad, la grandeza y la sensación de al fin encontrar tan buscada felicidad no reside en la felicidad propiamente dicha, sino en el loco, travieso y enigmático camino que recorremos hacia ella.
La brutalidad, el éxtasis total de los rincones, el deseado sueño de encontrarlo reside en el largo camino que recorremos, en el arduo amor que entregamos durante la travesía, en todas y cada una de nuestras decisiones tomadas. Visto así, solo puedo desearte una cosa; ¡Qué tengas un buen camino!
albert
Subscriure's a:
Missatges (Atom)