La noche siempre ha sido la más fiel compañera de la ciudad. Noche tras noche se abandonan, como amantes, a la pasión y el desenfreno… se conocen desde tiempos que ni tu ni yo somos capaces de imaginar y se conocen tan bien que nunca dejarán que nada les separe. El día hace ya mucho que pasó a ser una mera comparsa, algo necesario para que el reencuentro entre amantes al caer la noche sea aún más tórrido. Quién crea que la ciudad le es infiel, está en lo cierto.
Cuando paseo de noche por la ciudad, cuando la “sociedad” duerme, todo está en calma y si me esfuerzo puedo oír los susurros de los dos enamorados. La ciudad le pide más pasión y la noche que se entregue más, pero en el fondo son felices; se aman, se entienden, se conocen, se desean, se sinceran pero sobretodo, les encanta pasear una cerca de la otra, ambas cerca del mar y se dicen que lo suyo, lo que viven, será para siempre.
Albert Fabregat
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